39 Malaquias: Pensar en su nombre

39 Malaquias: Pensar en su nombre.

El ultimo vocero de Dios antes de 400 años de silencio de los cielos hasta la venida de Juan el Bautista, durante el exilio de Israel en Babilonia el pueblo dejo su oficio de pastoreo y se introdujo al comercio (muy conocido en la actualidad), por lo que al retorno gradual a su tierra la motivación correcta de adorar a Dios se fue perdiendo y aunque en forma externa cumplían con la Ley, lo hacían a conveniencia (muy actual en la sociedad) y se endurecían sus corazones y se cegaban a tal grado que cuando Dios les señalaba sus faltas el pueblo respondía cuestionándole ¿Cómo es posible esto, si estamos cumpliendo?, pero lo cierto es que esto aun es un hecho actualmente y la honra y veneración a Dios es falsa en mucha gente, así como en el pasado ofrecían holocaustos impuros ahora el sacrificio es falso y solo hay hipocresía, el amor a Dios se enfriaba antes y ahora también a tal grado de que somos insensibles al amor que Dios nos ofrece.

Y los señalamientos de Dios al pueblo antiguo y actual siguen pues la moral se relaja en su iglesia y el espíritu de divorcio se expande como virus y la ceguera de los corazones duros no recuerdan que esto es abominación para Dios, algo terrible que la gente pasa por alto tan solo por pensar en su conveniencia terrenal y carnal.

Algo terrible también es la tergiversación de la palabra de Dios que se manipula a conveniencia de los deseos personales y lejos de los motivos que agradan a Dios, pero Dios siempre da provisión para que la justicia prevalezca y la venida de Jesús es el parte aguas para limpieza o destrucción. La siempre promesa de Dios se hace manifiesta en el llamado amoroso de volver a el a su nombre que provee salvación y fuerza, pero aun la ceguera e inquietudes mundanas nos hacen fallarle a Dios en lo necesario para que el Reino se establezca y esto es tanto material como espiritual lo que se visualiza en el robo de diezmos y ofrendas, es decir lo que es de Dios es de Dios incluso nosotros mismos los cuales debemos ser sacrificios vivos y agradables a Dios, pues debemos ser elementos dispuestos para el avance del Reino.

Así pues esta profecía inicia con el llamado amoroso de Dios a volver a el y enmendar el camino por medio de la transformación que Jesús provee y finaliza con la advertencia de que si no lo escuchamos a Él y as su Hijo, e ignoramos el poder del Espíritu Santo, entonces la destrucción esta garantizada. AMEN.